Qué son las emociones

Las emociones son uno de nuestros sistemas de defensa más antiguo, los compartimos con los animales.  

Son Alarmas de supervivencia, cada emoción tiene su mensaje y pretenden mantenernos a salvo como una madre, como la Luna en la Carta Astral.  

El ser humano en su complejidad también ha desarrollado la inteligencia racional que lo distingue de otras especies, pero esa evolución es bastante nueva y llevó al ser humano a dejar de atender la inteligencia emocional.  

En mi opinión, la inteligencia emocional debería ser desarrollada y nutrida en la infancia, ya que está ligada al desarrollo del resto de las inteligencias.  

La emoción surge y se desactivan el resto de inteligencias y capacidades de la persona, puesto que esta está indicando que estamos en peligro y tenemos que reaccionar. 

Reaccionar significa actuar en respuesta a un estímulo de manera inconsciente, siempre por supervivencia.  

Es por eso que la emoción no se puede desactivar una vez que aparece y está regulada por el sistema límbico, el encargado también de regular las funciones fisiológicas.  

Nosotros no decimos, ahora voy a parar de digerir, de la misma manera no se puede interferir en la emoción, si lo podemos ocultar de cierta manera, aunque la emoción también desata respuestas fisiólogas como ponerse colorado, temblar, sudar, llorar y reír entre otras. 

Con todo esto, a lo que quiero llegar es a que quede muy claro que la emoción es imposible de controlar, pero se puede gestionar y regular con la mente racional.

El primer paso es observar la emociónreconociéndola y sobre todo aceptando que está ahí.  

En el ámbito emocional lo más importante es observar sin querer que sea de otra manera, sin juzgar, eso es acoger la emoción.

El segundo paso es comprobar si realmente está ocurriendo algo peligroso o que merece nuestra atención y si no es así tenemos que sostener la reacción hasta que pase el periodo refractario.  

Periodo refractario: es el periodo que comprende desde que se gatilla la emoción hasta que desaparece. En este periodo todo nuestro ser está centrado en la emoción y no entrará nada que no sea esa emoción, nuestra mente verá todo lo que le haga confirmar la emoción, por ejemplo: 

Si alguien se coloca delante de cuando yo quiero pagar en la caja del supermercado, esto puede gatilla la ira, emoción que siempre viene a darme la energía necesaria para saltar el obstáculo y conseguir mi objetivo. 

En ese momento mi mente me dará mil razones para argumentar mi rabia y la reacción que pueda tener sobre esa situación 

El tercer paso es sostener la emoción hasta que pueda actuar sin estar presa de la misma.

El trabajo de inteligencia emocional es tener muy claro que esa emoción distorsionará mi interpretación y mi acción durante un tiempo, ya que una vez activada la emoción nada puede detenerla, pero lo que podemos hacer es: 

  1. Detenernos y pensar si esa situación merece una reacción rápida para evitar un mal mayor.
  2. En Caso de que no sea algo grave identificar la emoción e intentar encontrar el detonante o causa que la detonó. 
  3. Sostener la reacción inconsciente y actuar con consciencia y en coherencia con la emoción, pero intentando que sea en la media justa, con persona indicada, en el momento indicado.  
  4. Si la emoción nos desborda (desadaptativa) tomar distancia de la situación o persona y esperar a que pase el periodo refractario.  

 

Es importante que diferencien entre una reacción emocional medida, y una reacción emocional desmedida. 

En una reacción emocional medida entiendo qué me pasa y actuó en coherencia, es decir, que si alguien se pone por delante de  en la cola del supermercado no le voy a sonreír, con voz firme y educadamente le señalaré que estoy yo, sintiendo mi enfado, pero actuando en coherencia, no es para darle voces ni para golpear a la persona, ni mucho menos quedarse callado inmóvil, porque el enfado nos pide que saltemos el obstáculo, que defendamos nuestro territorio, no sería coherente no actuar. 

En la reacción emocional desmedida no pienso y me dejo llevar por la emoción sin que intervenga la razón y sobredimensiono lo que está pasando.  

A la emoción hay que acogerla como a un niño que tiene una rabieta, que está sufriendo, hay que darle valor y un lugar, así como un momento donde poder atenderla.  

Natalia Costa (Astrológica)